Después de un año lo volví a ver, pensé que todo lo que
habíamos vivido quedo en el pasado, pero volver a verlo revivió todos esos
sentimientos. Me encontraba en un dilema, no sabía si decirle todo lo que
estaba sintiendo o solo callar.
Decidimos frecuentarnos, pero ninguno de los dos mencionaba
que buscaba algo más que una amistad. Eso me confundía. Un fin de semana
asistimos a una reunión de amigos y por cosas del momento, nos besamos, eso me
confundió aún más. Al día siguiente el empezó a alejarse de mí, no entendía su
actitud, pero no quise forzar nada, hasta que una amiga me recomendó usar los amarres de amor.
Ella pensaba que usando esta práctica mágica lograría que él se decidiera por
mí y yo dejaría de sufrir a causa de su indiferencia.
No me convencía por los amarres de amor, hasta que paso un
mes desde aquel beso que nos dimos, no aguantaba tanto dolor, yo me había
enamorado de él, desde el día que lo conocí, pero él no daba señales de amor.
Junto a mi amiga fuimos a buscar al maestro experto en amarres
de amor. Cuando ubicamos el centro mágico, tuve cierto temor de ingresar, pensé
encontrar un ambiente tenebroso y a una persona de aspecto raro, como se suele
ver en las series de tv, pero fue todo lo contrario. El ambiente era muy
acogedor y el maestro una persona que emitía confianza. Fui sincera con los
motivos que me llevaron a su templo sagrado, y mi interés por usar uno de sus
amarres de amor.
Se decidió un martes por la noche el día oportuno para
realizar el amarre, el maestro me solicito una fotografía de esa persona tan
especial y algunas velas. Dio inicio al ritual con algunas oraciones y
suplicas, en todo ese proceso yo debía pensar en él y en un futuro amoroso.
Pasando una semana de haber realizado el ritual, mi persona
favorita, empezó a buscarme y esta vez con una propuesta de amor. Después de
haber experimentado este gran cambio, decidí usar algunas otras prácticas
mágicas, como baños de florecimientos para purificarme y alejar las energías
negativas.